Legado en los huesos


Hace unos días pudimos asistir al preestreno en los cines Golem de Legado en los huesos, la segunda parte de la llamada Trilogía del Baztán, de la escritora Dolores Redondo y dirigida por Fernando González Molina, director nacido en Pamplona que ya se hizo cargo de la primera parte, El guardián invisible, floja adaptación de unas novelas que se merecían algo más, pero tampoco se podía pedir más de un director que ha manifestado en varias ocasiones que su actor fetiche es Mario Casas. González Molina se ha especializado en adaptaciones de novelas, como ya hizo con Tres metros sobre el cielo (2010) y Palmeras en la nieve (2015).





En este caso
ha rodado durante 6 meses las otras dos películas de la trilogía, y podremos
ver en 2020 la tercera parte, llamada Ofrenda a la tormenta. El rodaje fue
complejo, “inundando” Elizondo y bastante exigente con los actores.





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Comienza la película con Amaia Salazar embarazada y en un momento delicado cuando varios presos se suicidan escribiendo la palabra Tarttalo en sus celdas. La investigación desvela que estos hechos se han ido produciendo a lo largo de los años: hombres que asesinaban a sus mujeres y luego se suicidaban.





Paralelamente, la iglesia, encarnada por un justo Imanol Arias, se compromete a cuidar de la madre de Amaia, interpretada por Susi Sánchez, que nos da los mejores momentos de la película.





La
ambientación es fantástica, los bosques muy bien rodados, las escenas nocturnas
muy intensas. Hay más acción, y se agradece, y los secundarios cumplen muy bien
su función, aunque alguno sabe a poco, como Sbaraglia haciendo de juez Markina,
poco papel para mucho actor.





Mención
aparte merece Marta Etura, una actriz a la que no le tengo seguida la pista
pero en este ofrece una interpretación pausada, comedida, sin exageraciones. Te
la crees de Policía Foral y para mí eso es suficiente. De lo mejor de una película
que destila cariño navarro por todos lados: en las localizaciones, en los
cuerpos de policía que salen, la comisaría de la Policía Foral. Da gusto.





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Se puede ver de modo independiente a la anterior película, y de hecho recomiendo verla se haya visto o no El guardián invisible, porque tiene una parte nuestra, porque ha involucrado a muchas personas. No soy defensor acérrimo de los libros, pero en este caso la película es una digna sucesora de la versión literaria.


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